Disidentes, luego independientes

 

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La clase política en México ha modificado sus modos y formas con base en la coyuntura que se viva, pero, en lo particular, bajo el calendario electoral y sus intereses propios. Luego de aquella ruptura al interior del PRI en 1986 cuando Cuauhtémoc Cárdenas luchó contra los modos, las formas, pero significativamente, contra la disciplina de alineamiento del viejo PRI, muchos actores políticos han cambiado de colores partidista para poder seguir en los reflectores de la arena pública.

En la actualidad, es común ver la disidencia al interior de los institutos políticos como un fenómeno natural, dejando en claro que los políticos pueden cambiar de casa sin, necesariamente, modificar sus posturas ideológicas. En los noventa los ciudadanos atestiguaron cómo diversos priístas salían de su partido para poblar las filas del PRD donde se les dio espacios y candidaturas a puestos de elección popular, bajo las siglas de la izquierda.

Los disidentes del Revolucionario Institucional no sólo emigraron al PRD, también lo hicieron al partido de la derecha mexicana, Acción Nacional. En un lapso de dos décadas la disidencia del PRI ha logrado llegar a gubernaturas con la ayuda del PAN y del PRD, en varias de ellas, el partido de la derecha se ha aliado con el de la izquierda dejando en claro que la postura ideológica puede pasar a segundo término cuando se busca el poder.

Rafael Moreno Valle, Juan Sabines, Mario López Valdez, Gabino Cué, entre muchos más, han sido figuras que han desfilado por la alfombra tricolor, amarilla y azul, ponderando sus intereses y no el de los ciudadanos para acceder al poder. La moda de la disidencia partidista también llegó al PRI cuando le abrieron las puertas a Miguel Alonso Reyes, quien provenía del PRD, en 2010 para ser el abanderado tricolor en Zacatecas y darle la victoria al Revolucionario Institucional, luego de dos periodos de gobiernos perredistas.

Las pugnas al interior de los tres partidos emblemáticos de México, así como también de la llamada chiquillada, aunadas a la imperante corrupción generada por los partidos políticos dentro de sus instituciones y en el ejercicio público del poder ha devenido en que la sociedad civil exija nuevas alternativas para la conducción gubernamental. Este hecho ha traído consigo un fenómeno en el que la disidencia de los partidos ya no busque cobijo en otro instituto político, sino desde la independencia de la partidocracia.

Antes de que Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, Manuel Clouthier o Pedro Kumamoto fueran el máximo referente de los políticos independientes, el ex canciller foxista Jorge G. Castañeda en 2004 abrió el debate público sobre las candidaturas independientes, no obstante, la coyuntura y la cercanía a la sucesión presidencial de 2006 no ayudó a Castañeda para que su intención de ser candidato independiente a la Presidencia de la República prosperara.

Jaime Rodríguez Calderón, actual gobernador de Nuevo León, militó en el PRI por más de tres décadas, al no ser apoyado en sus aspiraciones políticas por los tricolores, éste decidió abandonar su militancia. El rumbo emprendido por El Bronco se adecua perfectamente a lo hecho por el grupo de ex priistas que bajo las siglas del PRD y del PAN han podido llegar al poder, pero a diferencia de sus ex correligionarios Rodríguez Calderón con ayuda de su depurado olfato político y de una correcta lectura de la coyuntura decidió ir a la elección para gobernador en 2015 sin partido, pero bajo el apoyo de la clase empresarial de Nuevo León, obteniendo el triunfo de manera arrolladora.

El 4 de octubre de 2015 en su toma de posesión como gobernador Jaime Rodríguez Calderón públicamente aseguró que su gestión estaría marcada por la rendición de cuentas, por la transparencia y por la lucha contra la corrupción. Pese a los dichos y las buenas intenciones, a más de cuatro meses de asumir el cargo del Poder Ejecutivo local, Rodríguez Calderón ha sido incapaz de explicar qué ocurrió con el desfalco de las finanzas estatales durante la gestión de Rodrigo Medina como gobernador, además de que no supo cómo actuar en la riña que dejó 49 muertos en la prisión de Topo Chico.

El hilo conductor entre los disidentes, los independientes y los miembros de la partidocracia es acceder al poder. Hasta ahora la ideología y las posturas políticas no han sido un factor diferenciador entre los potenciales aspirantes a algún puesto de elección popular, pese a que discursivamente han externado su descontento con el deterioro social y la imperante corrupción que ha dilapidado el Estado de derecho, los políticos disidentes y los independientes no han sido capaces de cambiar el rumbo desde el poder.

En unos meses más se estarán disputando 10 gubernaturas, veremos si el fenómeno de El Bronco se replica en otras entidades, no obstante, hay que estar conscientes de que muchos de los abanderados independientes son ex panistas o priístas y ante ello el electorado no debe cegarse por la moda de los políticos independientes, quienes hasta ahora no han hecho cambios visibles en el ejercicio del poder.

#DESDELAREDACCIÓN. La cerrazón de algunos comunicadores, así como también de periodistas para debatir temas en las redes sociales ha llevado a personajes como Ricardo Alemán o Esteban Arce a bloquear usuarios por el hecho de que cuestionen sus posturas sobre temas coyunturales y de interés público. Así como éstos hablan de libertad de expresión y de crítica, también sería bueno que al ser figuras públicas tengan apertura a la crítica y no sólo a los aplausos.

Twitter: @LuisDiazLuna

One thought on “Disidentes, luego independientes

  1. Aarón García says:

    Que bueno que volviste a las andadas carnaval. La continuidad en el ejercicio del poder en México parace reservada a una oligarquía cada vez más cerrada, perpetuada por el clientelismo político que esbozas en este artículo, pero que se es parte de tu conceptualización teórica de las prácticas políticas mexicanas. Los candidatos independedientes, que como señalas en realidad no han perdido sus vínculos con los partidos que los vieron nacer, parecen configurarse así en una nueva forma de conseguir el poder mientras engañan al electorado con una fachada de verdadero cambio. Sin duda debemos reflexionar al respecto, para no acudir a las urnas pensando que la respuesta para la vapuleada democracia mexicana son estos nuevos productos políticos que de novedosos no tienen nada, que no poseen una ideología clara y cuya única satisfacción es la obtención del poder por el poder mismo, y claro, por todo lo que conlleva un cargo de elección popular, todo lo que implica seguir construyendo esta partidocracia disfrazada de república.

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